Enumerar los aportes que ofrecen los estudios musicales para los niños sería
hacer una lista infinita, pero es indudable que estimula mucho el crecimiento personal y las relaciones
humanas en los pequeños.
Hay gran cantidad de estudios que se
enfocan en la mejoría notable de los estudiantes de música en las matemáticas,
en rasgos generales esto es cierto, pero no es bueno quedarnos con lo técnico
sobre una materia científica y dejar a un lado otros aportes iguales o más
valiosos, a saber:
Los
ensayos o prácticas grupales ayudan a desarrollar coordinación y paciencia.
No solo se acostumbran los niños a trabajar en grupo, sino que aprenden a
esperar pacientemente por sus amigos cuando estos aún no estén listos para la
ejecución grupal de la obra.
La
práctica diaria con el instrumento desarrolla disciplina y paciencia. Algunos
ejercicios y piezas musicales tienen un nivel de dificultad que cuesta días,
semanas y hasta meses de práctica llegar a dominarles. Esto fortalece un sólido
sentido de la disciplina y también la paciencia necesaria para trabajar mucho
tiempo por lograr un objetivo.
Acostumbrarse
a las melodías instrumentales, piezas clásicas orquestales… ayuda al equilibrio
personal y fortalece la paz interior.
Es cosa común en quienes estudian un instrumento clásico o tocan en una
orquesta durante muchos años que su conducta y modo de ser es apacible y
moderada.
Desarrolla
facilidad para comunicarse con otras personas e incluso hablar en público:
Forma parte de la preparación como concertista (solista) practicar la imagen y
comportamiento en escena, aunque algunos músicos inevitablemente se forjan un
carácter algo encerrado, en líneas generales, tocar desde pequeños en
conciertos ayuda a los niños a comunicarse y ser algo más despiertos en su
trato con otras personas.
Si usted, lector, es un padre o madre
responsable y ha dudado en pagar clases de música para su hijo le pedimos tome
en cuenta estos factores y puestos en la balanza, haga lo mejor por el futuro
de su niño.
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